domingo, 23 de marzo de 2008

Un destello de luz que fué en tus ojos


Los hombres -todos- nacemos en la locura... y enloquecemos deprisa. Pasamos la vida balbuceando ridículas excusas y argumentos a nuestras locuras para otros locos (...y también para nosotros mismos), fingiendo comprender y aceptar -en tácito acuerdo, fruto del miedo- las excusas y argumentos de los demás ...dudoso trueque que caracteriza la época que nos ha tocado en suerte. También envejecemos deprisa -a traición- y la muerte es la culminación de Esa Suprema Estafa. No sólo porque morimos mal: desconcertados, No-en-paz: Sin desentrañar las interrogaciones esenciales y las claves de la locura, sino porque además estamos gastados y torturados por un engarzado sinfín de otro tipo de dolencias... más burdas, y supuéstamente más comprensibles... La locura en nuestras vidas es algo lineal e indiscontínuo, salvo -quizás- en algunos escasos momentos, huidizos e inaprensibles, en los que hipnotizados por la enigmática mirada de un hijo pequeño, dúlcemente seducidos y presos de su sincero aprecio, desnudos ante nosotros mismos por la contundencia de sus afectos, asustados por sus legítimas demandas, inseguros y 'tocados' por su atenta condescendencia ante nuestros cuentos... sentimos a las estrellas desistir de su empecinada terquedad y, como copos de plata, dejarse caer, nevándose en esos áridos y recónditos parajes de nuestro ser, abrasados por un sol innoble, dónde esperar que nieve es insensato e impensable... Sí, nuestros hijos nos hacen ser insensatos y pensar lo impensable... concebir lo inconcebible... nos devuelven -parciálmente- nuestra propia niñez, brutálmente arrebatada... Entonces nos miramos nevar a través de esa mágica ventana, junto a aquella entrañable chimenea navideña de nuestros más nobles deseos de felicidad postal para algún ser querido; y al mismo tiempo nos sentimos, inestables, al borde de un abismo terrible... Luego, cuando sentimos que el no-siempre-amable Morfeo ya nos ha arrebatado a nuestros hijos, desamparados y todavía desnudos, nos enfrentamos a nuestra desnuda soledad, aunque, a veces, con el corazón más tranquilo que otros dias, quizá porque estamos demasiado asustados, demasiado desconcertados y demasiado cansados como para intentar defendernos representando nuestro habitual personaje en la ordinaria tragicomedia de nuestra vida; demasiado cansados para arremeter in-me-dia-ta-men-te contra nosotros mismos... Entonces Morfeo -quizá algo conmovido (los dioses también tienen sentimientos)- nos presta, con gesto de limosna (aunque a un elevadísimo interés), un amago de cordura, a la que podemos abrigar, mecer y acariciar durante unos instantes congelados en el tiempo (o, precísamente, fuera de él)... Tomamos consciencia de que el invierno nos ha sorprendido una vez más, brusca e inexoráblemente; desprevenidos y sin la ropa adecuada ...aunque quizá no tanto como la última vez, pues, al igual que ahora, algo aprendimos entonces, aunque, al igual que ahora, no nos sea de gran ayuda... Poco después, cuando abandonamos ese mágico rincón de los niños, reparador exilio de los que -gozósamente- aún no-tienen-uso-de-razón, y nos regresamos al salón de los cuerdos, poco a poco, nos sentimos vomitados por la infame televisión que, burda y rutináriamente, emite el parte meteorológico ...y, aturdidos, oimos hablar de lugares inaccesibles, y de otros en los que es necesario el uso de cadenas... No nos queda más que disimular vulgármente ante las nobles presencias del salón de los cuerdos una burda sorpresa por semejante empeoramiento del tiempo, e inopinádamente mirar el cielo, buscándonos ansiósamente a través de la ventana...; ...pero no vemos nada, solo una neblina sórdida que oculta las estrellas, sólo el manto neblinoso e inquietante que envuelve, invariable, nuestras vidas...

von AgnusDei
(_.·´¯)(~ 15 Febrero del anyo del Senyor de 1997 ~)(¯`·._)

No hay comentarios: